domingo, 27 de septiembre de 2009

ALEJANDRO MENDEZ CASARIEGO (BUENOS AIRES,1952)




Los ascetas

En honor a la negación de todo aquello
que deseábamos, y por lo cual
arrastramos nuestras vidas a este punto
como siguiendo la saliva brillante de un gusano
debemos decir que las cosas
de las que aprendimos a privarnos
mutaron una parte de su esencia:
esa invisible cualidad que les otorga
ser deseadas y remotas.

Cada elemento despreciado
entró en un territorio de penumbras
donde apenas un eco celebró
lo que hubiera sido su existencia fugaz
lo que concierne a su volumen,peso y forma
mientras el ornamento,
con el cual el ansia vestía
la mísera apariencia de estos íconos
pereció sin remedio.

Fuimos más poderosos que los reyes
porque heredamos
la parte menos codiciada de la tierra
la que nunca sería objeto de disputa
de envidia o de reclamos.



La palabra

Llegábamos después de las pestes
como viento limpio
del invierno sanador; caminábamos
sin dejar nuestras huellas en el polvo
sin horadar el aire
y era solo la voz ligera y pálida
de nuestro canto lo que nos anunciaba
un invisible temor en las hojas del espino
y acaso
cierta vaga inquietud en el sueño de los hombres.

Usábamos aún
palabras anteriores al advenimiento
de lo oscuro
del sometimiento y la culpa
palabras que eran más poderosas que los filtros
del acónito y la belladona
que las pociones de estramonio
los granos de beleño
y el humo de la mandrágora.

Es cierto,no podíamos con la peste
pero eran eficaces nuestras artes
contra la tristeza,la desidia
y la faena del tiempo.


Salazar en el proceso de Logroño

No hubo brujos ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a tratar y hablar de ellos.
Salazar en Logroño,1612.


Puestos que son a soñar,los niños,ya se sabe:
hacen de una vaca un dragón,de un carnero
el diablo mismo,y de cualquier aldeana
con más verrugas que las que son de ver,
una bruja espantosa
capaz de volar doscientas leguas
en seis minutos,de colarse
por una grieta en la pared y de ser vista
flotando por encima de las aguas
en una danza sin decencia ni decoro,
mostrando las enaguas y el orillo,
de los bastos calzones.

Mis queridos colegas
os llamo a reflexión,apelo a lo que os resta de cordura
después de este proceso tan insano:

soñado que hubo el primer niño
fue que todos empezaran a soñar
sus aquelarres y sus cosas de brujas
y a imaginar toda clase de faenas
de Satanás y sus discípulos.Y hasta donde yo sé
estimulábanlos sus padres,no queriendo
ser menos noticia que el vecino,
ser menos portentosos
el maleficio propio que el ajeno.

Testigo soy de algunos que han pedido
ser quemados al instante en la hoguera
más grande e importante
que haya visto en su historia
esta triste comarca;
otros decían
fablar la lengua del diablo;más os digo
con la firmeza y el poco entendimiento
que me ha dado el señor,
que por ser natural
este abogado de Dios de las zonas anejas
conoce no poco del vascuence
-original y antiguo dialecto de estas tierras-
y no otro quese
fue el que salió de labios destos hombres
tan imperiosos y deseosos del fuego.

Oídlo ahora de mí: tenemos en proceso
dosmilseiscientos sospechados de brujos
y más de mil renuentes
a confesar sus tratos con las huestes el diablo;
estos,
que fueron acusados por aquellos
de los más intrincados y complejos oficios
de adoración a Belzebú,son apenas capaces
de pronunciar sus propios nombres
o de contar sus ovejas con los dedos.

A más,no hay leña suficiente en este páramo
para quemar a tantos inocentes.Sosiego pido,
mis señorías,
la calma invoco,por el cuerpo de Cristo,
para este pueblo cuyos ojos han enturbiado
la estupidez del hombre mismo.
Que a mi pobre saber anda el maligno
ocupado en otros menesteres,más dignos de interés
que infectar a unos pobres campesinos.

de,Los réprobos,Ediciones Patagonia,Buenos Aires,2007.

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