jueves, 5 de julio de 2012

ESTEBAN MOORE (BUENOS AIRES,1952)




Las arandelas



Hace varios años saliendo del café Hawelka
                 en la Dorotheergasse 6 , Viena
atrajo mi atención el fugaz reflejo metálico de un objeto circular
que se hallaba al borde del cordón de la vereda
al acercarme
comprobé que era una arandela gastada

No sé que me impulsó a recogerla
observarla bajo la luz de un farol
                        y echármela al bolsillo
Un anciano de cabello blanco que vio la escena
sonrió y dijo al pasar : "Oh.....Das is Glück"

Tampoco sé si esa arandela que desde abril de 1994
llevo colgada de mi llavero me trajo la suerte anunciada por aquel caballero vienés
Lo que si puedo decir es que a partir de ese día
encontré decenas de arandelas caídas, tiradas, o abandonadas
en las calles de distintos pueblos y ciudades
                     las que conservo en un frasco de vidrio

He llegado a imaginar que aquella arandela con secreta tozudez
                     es la que me ha guiado hacia las otras
                                 / y creo que continuará haciéndolo

Mi terapeuta a quién he consultado al respecto
sostiene que no existen explicaciones para este "fenómeno"
sólo se limita a preguntarme:
"¿Nunca  encontrás tuercas o tornillos?"

Últimamente -una energía extraña
indescriptible
conduce a diario mis pasos hacia el frasco de vidrio
estimulándome - a pesar de mis deseos
a quitarle la tapa e introducir mi mano en él
Entonces bajo los efectos de un suave tumulto interior
mis dedos vacilantes son dirigidos hacia las arandelas
y eligirán una que invariablemente introducirán
en el bolsillo izquierdo de mis pantalones
Nunca es la misma - todo dependerá de la ocasión
esto nada tiene que ver con las complejas leyes del azar
Mi conjetura se basa en los hechos
pues si voy al supermercado mis dedos irremediablemente escogerán
                                                / la pequeñita de bronce
Si cenamos afuera -  es el turno de la grande de hierro
Si vamos al cine obligadamente seleccionan una mediana
                       / de brillante acero que tiene una pequeña muesca
En cambio si decido alquilar una película para ver en casa
siempre iré acompañado por la de chapa de zinc de pequeñísimo centro
             Cada una de ellas - no cabe duda- tiene sus preferencias
             Están también las que se inclinan por el campo
                        o el mar - los viajes en avión
             las bibliotecas
o los bares nocturnos
Debo consignar también la existencia de aquellas otras
cuyos gustos reñidos con las buenas costumbres he jurado no revelar
No puedo dejar de señalar
que a pesar de sus marcadas diferencias personales
     todas tienen algo en común
insisten en regresar a su frasco de vidrio - puntualmente
                a la medianoche
actitud que - confieso - produce inconvenientes de índole diversa

Con los años las arandelas y yo hemos aprendido a convivir
                  - sin embargo -
en estos días de calma aparente estoy recibiendo señales
                       - confusas señales
y un mal presentimiento me quita el sueño
Algo me indica que debo conseguir más frascos de vidrio
                             y buscar el modo
de separarlas - clasificarlas temáticamente
                         por vicio o virtud

Sí...
y antes de que suceda lo inevitable...


de Pruebas al canto y otros poemas,Ediciones Textos de Cartón , Córdoba , 2012

2 comentarios:

  1. Se lee y atrapa de corrido hasta el final inevitable...es como el hada de la cenicienta las arandelas, a las doce pierden su magia, energía, efecto o ese no sé qué que les provoca la vida

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  2. Un poema magnífico: destreza, misterio, trascendencia en la cotidianeidad, y su cuota de magia. Todo, llevando de la mano al lector, hasta el final. ¡Chapeau! Jorge Ariel Madrazo

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