miércoles, 3 de octubre de 2012

CECILIA ROMERO MESSEIN (BUENOS AIRES,1984)







Monasterio roto



el demonio que se me presenta
tiene los maxilares bajos
las uñas con que raspa
iluminan mis heridas
la sangre es una canción ausente

el demonio que se me presenta
es afín al cristianismo
ha aprendido todas sus mañas
y lima el hueso
con que adoctrina a los súbditos

los jóvenes vírgenes le chupan los cuernos
los sacerdotes mundanos le adornan el altar
los monjes recluidos llenan su copa más negra

el demonio que se me aparece
cruza el espanto de la noche tan urbana
se caga en los mendigos
y despierta a los alumnos
se toma de un sorbo
toda la mugre
que en la esquina ha dejado la tormenta

estoy en un monasterio roto
que por todos los bordes
hace sonar campanas anunciando la muerte
el demonio de un salto se cuelga en ellas
balancea el cuerpo en los aires pútridos de la ciudad
va de campana en campana
lustrando el rostro de la decencia.



Paseo


voy al gallinero
cruzo la parte larga del patio
el guadal
a un costado
una heladera abandonada
es la máquina del tiempo
para los niños que juegan cerca,
incluso para mí
la heladera abandonada
es un monstruo hermoso
también la balanza oxidada de dos platos
que llenamos de naranjas podridas
hay cosas como esas en los patios de este pueblo
cosas que en la infancia
cobran una importancia especial

voy al gallinero
cruzo la parte larga del patio
el guadal
a un costado
una zanja angosta
una azada apoyada en la pared del lavadero
que a veces usamos para ayudarnos a caminar
imitando algo que nunca vimos
la azada rompe los terrones
la gramilla se abre a los lados
como las alas dóciles de un animal muerto

voy al gallinero
cruzo la parte larga del patio
el guadal
creo que los huevos van a estar tibios
pero no
están fríos y suaves
las gallinas inclinan repetitivas las crestas
picando el suelo de tierra
algunas plumas cortas y felpudas
dan vueltas en diferentes momentos
las mueve una brisa
que yo no siento
me asomo al final del patio
un alambre separa el terreno
y allá, más lejos, veo a unos varones
uno tiene una remera blanca y se ríe
otro trepa a un árbol y no mira
vuelvo a tocar los huevos
siguen fríos y suaves
las gallinas me parecen tontas ahora que las veo
pero apenas puedo espantarlas
un miedo ancestral me distancia
se alteran un poco y agitan la tierra
sube el guadal
me pican los ojos
les tiro una piedra o una patada, no sé,
meto los huevos en un bowl de plástico
que es hondo
también está frío
pero los huevos más
los pongo despacio para que no se rompan
esquivo a las gallinas
que repiten su movimiento de cresta al suelo
abro la puerta de tejido que rodea el corral y salgo

cruzo otra vez la parte larga del patio
el guadal
el día está caliente y seco
la heladera la balanza la azada las naranjas podridas
cruzo todo
y no hablo porque no hay con quien
pero ahora escribo
que todo eso que cruzo
todo lo que mantiene oscilando
las sensaciones calientes
no es más que el patio de una casa de pueblo
un terreno vasto que habita en la memoria
algo extenso
que es sagrado
porque lo cubre la estrella de la siesta
y abunda en la palabra.
 



2001. La democracia neoliberal




como los últimos bombones de la caja:
se ha perdido el entusiasmo
y la posibilidad de elegir.



Inéditos





















1 comentario:

  1. Qué lindos poemas seleccionaste Alejandro!

    "Paseo" me llevó a mi infancia en la casa de mis abuelos...extraño esa parte de mi niñez

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