jueves, 11 de febrero de 2016

ANDRÉS NIEVA (VILLA DOLORES,1973)


A la tarde
fui en busca de un libro.
Vi bajar las persianas
de los talleres de autos.
En el mercado compré queso.
Salí al mundo
sólo por un libro.
En el parque Las Heras
transeúntes
hacían deporte
mientras el smog
le gana
al oxígeno de los árboles viejos.
Desde el puente me proyecté
a través de la corriente.
Las heladerías en el verano
están llenas de dedos pegoteados.
En casa regué las plantas.
Estuve
en el fondo de la pelopincho
Indira la gata
deambuló por el pasillo
extrañando
a los habitantes naturales del hogar.


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Mis ojos:
Avenida Sabattini y Sargento Cabral.
Mis pies:
unos metros atrás.
En la esquina
la pizzería Pica pedro.
Sobre la vereda
una moza
con su celular
le saca una foto a otra.
Posa junto a la Mole Moli.
La escena se repite:
viceversa.
Una de mis manos lleva una bandeja de verduras.
Mi almuerzo.
Chop suey.
La otra mano sostiene
un libro de Murakami,
dos de Andrés Rivera,
el de Carlos Busqued
y uno de E M Cioran.
Una moto acelera
y frena furiosa
en el semáforo.
La Mole Moli cruza corriendo la calle.
Lo saludan.
Invento una vereda
en el viento
hasta llegar a casa.

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Mi amiga
quiere
un hámster ruso.
Me lo dijo
luego de ver Hermeto Pascoal
en el teatro.
Quiere que se llame Atilio.
Su chico
no quiere decirle
dónde queda la veterinaria
que los vende.
Le cuenta que son pequeñitos.
Mi amiga quiere un hámster ruso,
compra vino
en el Cañada
que bebe cada noche.
Vende casas
y quiere un hámster ruso
para llevarlo a su departamento.


de Antes que se pierdan, Postales Japonesas Editora,2012,Córdoba.


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