martes, 1 de noviembre de 2016

MARTÍN GAMBAROTTA (BUENOS AIRES,1968)




1

Una pieza

donde el espacio del techo es igual
al del piso que a su vez es igual
al de cada una de las cuatro paredes
que delimitan un lugar sobre la calle.
La bruma se traslada a su mente
vacía,no sabe quién es y el primer
pensamiento "un perro que se da cuenta que es perro
deja de serlo" vuelve a formar parte 
del sueño pero aparece,difusa,
la maceta:una pava abollada con plantas
en el centro de la mesa:dos caballetes
sosteniendo una tabla de madera
-entonces está despierto.
Las manchas de óxido en el cielo-
el color de la luz sobre las cosas,el cielo
que se retrae y es óxido borroneado
entre sus ojos y cae dormido de nuevo,pero aparece
un orden en la materia despierta.
La ubicación lúcida
del lugar en el día,el ruido,
el cuerpo latiendo,
la ruina de una idea que corre
por una red de nervios,
palabras de acero
contenidas en un soplo:
un orificio cabeza de alfiler
en una cavidad del corazón.

2


En el 2do. estante,

un tenedor torcido entre el alcohol puro
y las gillettes usadas.
Sobre la heladera tiembla una estatuita: es un tenista bañado en oro falso
en el acto de hacer el primer servicio.
Cada minuto un trofeo de plástico.
Y en que momento un hombre pierde
noción y su mente queda en blanco:
cuando no puede dormir y no aguanta
el hecho de estar despierto.
Cómo se llama eso que cuelga de la pared,
cómo se llama eso que cubre la lámpara.
Rodeado de cosas sin nombre a mí también
me hubiera gustado empezar esto
con: de noche junto al fuego
pero acá
no hay,salvo en potencia,fuego
y eso que divisa,una oscuridad
baldía sobre nosotros,a duras penas
puede ser llamado noche,nada
hace suponer el final de la transmisión nocturna
que ahora termina y deja
la pantalla nevada
trasladando a la penumbra del pasillo
la oscilación de un aire gris que no provoca
ninguna emoción salvo en las cosas.
Antes del corte de la programación estuvo 
el vuelo de una polilla en la pantalla
a contrapunto de la banda de sonido del Gran Chaparral,
una japonesa que se tiraba a la pileta,
los subtítulos en verde decían:
"acaso no eres tú la de los ojos azules"
en otro canal,el documental sobre cáncer de piel
y en otro un delfín saltando aros de fuego
y de nuevo la japonesa secándose la nuca
con la toalla,mirando la cámara
cambia y otro dice"solo se escribe
acerca de la muerte por dinero"

Cadáver,esto ya no es rock,

algunos roban estéreos,otros roban esposas
pero todos robamos.
Discriminando entre el dolor y la apertura siciliana
va hasta la pieza y en una hoja escribe
la jugada de una partida por correspondencia
que va a reproducir un tablero en Concordia
en otra noche.Alguien lee
la nota : Jaque
la torre negra toma peón alfil uno
mate
y sabe que todas sus piezas están perdidas.
No hay color,únicamente
queda la variación en los tonos
de gris que,en el pasillo,
se funden con el destello aguado de un aviso de yogur
que viene de la calle:
PORQUE LO MAS IMPORTANTE dice ES UNO MISMO.

3


En la cocina 

la llama de la hornalla
oscila detrás del Guasuncho,que
se cree el héroe del Barrio Pepsi
pero que nunca salió de estas cuadras
a no ser para cobrar una renta.
Guasuncho,de visita en la cocina
él,que hace unos años fundó
una pseudo célula clandestina y después se puso
a vender biblias  para el Ministerio
de Ondas de Amor y Paz.
Ahora rehabilitado,
con restos de chicle en el labio inferior
de su sonrisita parapolicíaca dice
hesitante
              loco
loco,yo era amigo de Luca.
Guasuncho cuenta de una minita
que,siguiendo los pasos de su hermana mayor,
usa una remera donde un águila sostiene
el bate de béisbol en una garra y laureles en la otra.
En dos semanas cambió
menos que la media hora donde
hablamos del futuro en tiempo pasado.
El parlante roto,dice Guasuncho
hacía que la canción,
Blondie,se escuchara de a ráfagas,arrastrada
hasta la pieza desde otro lugar
menos pensado;después de la escena
de celos en el comedor coreano algo
quebró la sucesión de los hechos
y entonces,todo indicaba que era él,
no era yo,dice Guasuncho,con un envase
en la mano,ni ella,una mujer
sacando un jean de bolso
los personajes que a la otra mañana de movían detrás
de la vidriera mal enjabonada 
en el San Cristobal Laverap.
Nadie comenta salvo Confucio
que comparando de reojo al Guasuncho
con una diapositiva de cuando tenía 17
le dice,nunca debiste confiar tanto
en alguien que le pone Heráclito a su gato.




de Punctum,Libros de Tierra Firme,Buenos Aires,1996.

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