miércoles, 29 de noviembre de 2017

Carlos Schilling (Sunchales,Santa Fe,1965)



Tres muertos


Él

Nosotros dos sabemos que murió
un canalla menor.Tenía edad
para seguir viviendo y estafando
a sus viejas amantes unos años
más. El breve obituario en el periódico
que odiaba resumía su existencia
literaria a tres libros de poemas
y una novela que ganó un segundo
premio municipal o provincia.
Vos sentías por él lo que yo nunca
sentí: respeto, amor, tal vez piedad,
aun cuando pensabas que sus versos
pulidos hasta la impotencia no
compensaban el tiempo derrochado
en componerlos. Si querés, ahora,
mandame tu dolor,encapsulado
en una lágrima;prometo serle
fiel por un día.


Vos


No revisé el poema que escribí
unos días después de tu velorio,
y ahora es tarde para corregir
su falta de distancia emocional,
legible en las palabras "breve ángel",
que dan pudor incluso entre comillas.
Supongo que el poeta adolescente
de la familia en duelo no podía
perderse la ocasión de ejercitar
su voz con un motivo tan sensible
como una prima muerta y recurrió
a la más popular de las criaturas
celeste...Perdoname, perdoname,
no he mejorad nada en estos años:
la sinceridad solo es un estilo
que se puso de moda y que practico
en casos de necesidad extrema.


Yo

Cuando te entreguen el certificado
de defunción, fijate  que mi nombre
y mi apellido estén escritos  sin
errores ortográficos. Si es cierto
que el destino depende de una letra,
sería injusto que la mano inepta
de alguna secretaria de hospital
provocara un desvío en ese viaje
al otro mundo y yo jamás pudiera
encontrar el camino de regreso
para ser tu fantasma.


de Ensayos de voz, Buena Vista Editora, Córdoba, 2017

Gustavo Caso Rosendi (Esquel,Chubut,1962)


-¿Por qué le tenés miedo
 a la oscuridad? No hay nadie ahí
-decías,mientras tu mano
intentaba soltarse de la mía.

Y ahora que estoy
mirando desde adentro,
corroboro tus dichos.
No hay nadie aquí.
Ni siquiera tu mano.

A eso le temía.
A que en la oscuridad
no hubiera nadie.


*******************

MI MAMÁ ME AMA
- me hicieron escribir en el cuaderno.

No sabía cómo explicarle a la maestra
que la realidad era un poco más compleja.


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Para crear un poema chino
nunca escribas "grulla"o"jade", ni
"loto"o "papel de arroz". Ni entornes
los ojos para intentar ver lo mínimo.
Tampoco es necesario que te prepares
un té y te disfraces con sedas coloridas,
ni que nombres alguna dinastía,
ni que viajes a China.

Sólo tenés que ser capaz de saltar
esa muralla que se ve desde la luna:
tu Gran Muralla
(erigida a base de clichés).

De lo contrario tu poema parecerá estar
escrito por un chino.Y lo que sería
aún peor,escrito en chino.



de Todos podemos ser Raymond Carver, PIXEL editora, La Plata, 2017

lunes, 27 de noviembre de 2017

NELSON SPECCHIA ( LAS BREÑAS,CHACO,1964)



Una lapicera verde

Cada mañana al borde del cuaderno
donde la pluma registraba el día
frente al curso, los niños y la fría
campana del patio dando el eterno
toque de las horas y los recreos:
Parker verde, verde y esmeralda, delgada
varita para la voz olvidada
que se oculta tras guardapolvos nuevos.
Lapicera de maestra de escuela,
hábito de vocales, redondillas
y renglón completo, hasta las orillas.
Hoy trazas con mi mano, aunque te duela,
versos vanos en hojas amarillas:
no sabrás, pluma, de cosas sencillas.


Una moneda de Diez

Proverbial caballito reducido
Al redondo de níquel de moneda:
Tu porte marcial de plaza va unido
Al general, la sombra y la arboleda.
Pobre dinero de metal bruñido:
un décimo de peso algo pagaba
en aquel pasado que ya es tiempo ido.
Caballito de trote vano, nada.
Pobre corcel militar ya sin honra.
Pretoriano custodio del centavo,
nada queda de tu porte gallardo:
de aquellos trotes no más una sombra;
de los sucios monederos, esclavo;
de las avaras propinas, bastardo.


De mi padre

Cuánto recelé las palabras, Juan,
en las horas que sólo no teníamos
uno al otro, sin lo que más debíamos
mostrar en sociedad. Mis ojos iban
hacia ti, mas mi voz iba al silencio,
sin comprender tu desdicha y el hielo
de los días del deber y el duelo.
Nadie llegó a percibir el cansancio
del rostro serio ni del porte grave,
salvo aquella madrugada de lástimas
en que perdimos la puerta y la llave,
el sentido, el polo norte y las próximas
palabras sin que Madre dé la clave.
Y fue tarde para todas las lágrimas.


de Ritos de paso, Alción Editora, Córdoba, 2017